El hospital donde ocurrió el secuestro de la criatura cuenta con profesionales, equipos e infraestructura de primer nivel, pero urge establecer un protocolo de seguridad para funcionarios y pacientes, reclama la gente en las redes sociales.
El caso de la beba secuestrada en el hospital San Pablo, de Asunción, acapara la atención de la ciudadanía, que no sale de su asombro ante la repetición de este tipo de hechos en los centros sanitarios públicos y la evidente falta de reacción de las autoridades sanitarias y la propia Policía Nacional para poner freno definitivo a la cuestión, que crea malestar generalizado especialmente en mujeres embarazadas.
“El Ministerio de Salud Pública debería ser el primer interesado en establecer normas rígidas de control en los hospitales, especialmente en los lugares donde se practican partos, para dar seguridad a los padres y a los recién nacidos, teniendo en cuenta que no hay seguridad y, como siempre ha ocurrido, cualquier persona puede acceder a las criaturas con solo aludir a algún parentesco o amistad con los padres del bebé”, comentó en su sitio social María Adela Pasmor.
Otra mujer, identificada como Soledad Fretes, señaló que urge establecer una política que tenga en cuenta acontecimientos similares a los registrados en el hospital materno infantil San Pablo, en el sentido de prever detalles atinentes a la seguridad del recién nacido y evitar de esa manera hechos traumáticos como la experimentada por la humilde pareja de vendedores ambulantes.
De acuerdo a datos brindados por funcionarios del hospital de Asunción, el exceso de confianza de la mamá de la beba hacia una mujer desconocida fue fundamental para que se consume el secuestro y, con ello, el mar de quejas contra las autoridades sanitarias.
La recién nacida fue descubierta en el hospital de Caacupé, adonde fue llevada con intenciones que se investigan por Myriam Fabiola Díaz, quien fue detenida con relación al secuestro y según la Policía presenta evidencias concretas que le comprometen en el delito denunciado por María Ángela Zelaya y su pareja Juan Roa.
“Si estos hechos ocurrieron en un hospital de referencia de Asunción, me imagino cómo estarán funcionando los centros sanitarios públicos del interior”, opinó una indignada tras poner en tela de juicio la seguridad de los pacientes que, en este caso, tuvo un final feliz por la rápida reacción de los investigadores y la propia ciudadanía, que inundó las redes sociales de pedidos de información sobre el secuestro de la pequeña Ángela Magalí.