Los pobladores se concentran este martes en las calles de la ciudad en busca de novedades sobre el conflicto con el Gobierno, al que acusan de llevar al hambre a millares de familias que no tienen otra fuente de ingresos más que el comercio.

Pobladores de la chaqueña ciudad de Nanawa (ex Puerto Elsa) aledaña a Asunción amanecieron este martes en medio de la desazón generalizada luego de que el Gobierno endureciera el comercio fronterizo con restricciones de compra consideradas injustas y extendidamente discriminatorias, en alusión directa a los volúmenes gigantescos de tráfico ilegal propiciado por los grandes contrabandistas.

“Si esto continúa así vamos a pasar hambre”, lamenta este martes un padre de familia de la zona comercial que presenta nula actividad debido al cierre de los centenares de pequeños negocios ante la rebelión declarada por los habitantes de Nanawa contra la política de restricciones de compra en el lado argentino que, por su lado, también acusa el golpe de la ausencia radical de clientes paraguayos.

Los comerciantes en paro coinciden en culpar al Gobierno de Santi Peña de la situación declarada en la zona.

“Esto que está haciendo con nosotros es una abierta traición a quienes le dimos nuestro voto en las elecciones con la esperanza de mejorar nuestra economía y modo de vida”, disparó otro comerciante mientras observaba a lo lejos cómo algunas personas retiraban de sus casillas alimentos y productos perecederos para trasladarlos en algún lugar antes de que se echen a perder.

La situación declarada en la ex Puerto Elsa se venía venir desde hace meses, luego de que gremios de la producción, la industria y el comercio denunciaran a voz campante el auge del contrabando en la zona de frontera y, en contrapartida, guardando silencio cómplice ante el contrabando en gran escala alimentado por conocidos asociados disfrazados de patriotas.

“Es secreto a voces cómo operan los grandes contrabandistas, pero el Gobierno prefiere arremeter contra los pequeños comerciantes que vendemos para alimentar a nuestras familias”, lamentó Darío Bobadilla, dueño de un puesto de venta en el entorno del puente peatonal con Clorinda.

El comerciante dijo que “ni Marito era peor porque él nos dejaba trabajar y nunca hubo problemas, como sí hay ahora con Santi”.

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